El viernes pasado la ciudad era un caos. Tardamos prácticamente una hora y media en hacer un recorrido que no demora más de cuarenta minutos en un día normal. Probablemente muchos se dirigían a Río de Janeiro para la final del Mundial. Sin embargo nosotros fuimos hasta Haedo, para ver la vuelta de Fito Paez al barrio que lo recibió cuando vino de Rosario. Auditorio Oeste fue el lugar elegido para su regreso.
A las diez en punto los músicos que lo acompañaban comenzaron a tocar los primeros acordes, enseguida distinguimos El amor después del amor. Con voz en off empezó a entonar los versos contenidos en el tema que da nombre al disco más vendido en la historia del rock nacional. Finalmente apareció, vistiendo traje negro con remera blanca escote en "V" y lentes redondos oscuros. El resto de la banda acompañó con sacos al tono.
La segunda canción fue la dedicada a su hija, Margarita, presente en uno de los balcones del auditorio, proveniente de su último álbum Yo te amo, que actualmente está siendo presentando en distintos escenarios. El tercer tema, Es sólo una cuestión de actitud, mostró lo que nos esperaba: el más puro rock versión Fito.
La primera sorpresa de la noche fue La torre de cristal, una canción que según explicó perteneció a Abre, pero que no salió de ahí en muchas oportunidades. En estos quince años fue interpretada muy pocas veces en vivo.
La noche continuó alternando clásicos y no tan clásicos, temas del recuerdo y las añoranzas y temas nuevos. Giros, 11 y 6, Tumbas de la gloria (con una perfecta introducción en piano), Ciudad de pobres corazones, Perdón, Tu Everest y La velocidad del tiempo son algunos de los ejemplos más claros.
A los cuarenta minutos de show se retiró del escenario, mientras sus músicos improvisaban instrumentalmente. Volvió con la camiseta de la selección para intentar alentar a los muchachos que se encontraban en Brasil a punto de jugar el partido más importante de sus vidas. A esto le sumó algunas menciones y un recitado.
A sus "quince años" (según propias palabras los números se invirtieron por algún azar metafísico) se lo ve en condiciones impecables. Rockeando como si no existiera el paso del tiempo. Disfruta el show, interactua con el público, se ríe, va y viene, viene y va. Canta de pie, toca el piano, la guitarra, vuelve a cantar de parado, vuelve a las teclas y mantiene vivas e intactas sus tan particulares gesticulaciones. Adrenalina y euforia. Lo vimos contento, constantemente expresó su alegría por volver a Haedo y agradeció muchas veces al público por estar ahí.
Circo Beat fue el último tema antes de los bises, ya sin saco y sin anteojos se retiraron de la escena. Volvieron con Yo te amo, del disco homónimo, y cerraron definitivamente, luego de dos horas, con Mariposa Tecknicolor.
Excelente de pies a cabeza, Fito Paez sigue demostrando por qué es un grande de la música nacional. Bien la organización para bancarse un show de este tamaño. Sonido e iluminación enmarcaron la noche a la perfección.
Atentos a su página oficial de Facebook que en breve nos estará sorprendiendo con RRR. Todavía no hay fecha de lanzamiento, pero parece que se trata de un disco homenaje a su maestro, otro grande. Say No More.
Todas las fotos de la noche, acá.
Nota: Fede Eggel.
Edición: Lu Brandalise.